El sesenton protestaba airado porque llevaba esperando más de 20 minutos con una urgencia propia de un presidente USA por ordenar un ataque estratégico contra la Guayana holandesa.
Salio de la puerta del cuarto de curas una señora que bien rondaba los muy ochenta y los 100 kilos. Andaba ayudada por ella, quién en el sobaco llevaba fonendoscopio y manguito de presión, crisis hipertensiva, al mismo tiempo tiraba del carro de la compra. Buscaba donde atenderla, sabiendo que iba para rato y el atasco que se estaba produciendo.
Ella es un metro sesenta de profesionalidad, servicio y humanidad. A veces la miro con recelo pues mi espíritu mercenario no casa con quien pese a todo, sigue mostrando esa dedicación.
Me encanta ver y escucharla en acción que tanto me recuerda a mi chica, esa capacidad de respuesta y ordena y mando que de seguro han aprendido en una vida anterior como sargento de los marines U.S.A.
Oh! Si, me gusta conocer ángeles.